jueves, 17 de octubre de 2013

Acompañamiento Vocacional

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ACOMPAÑAMIENTO VOCACIONAL
  
 El acompañamiento vocacional es un ministerio de todo jesuita, asumido de forma más directa por quienes tienen mayor vinculación con la PV.
- El acompañamiento permite que el aspirante conozca la Compañía de Jesús y que el acompañante evalúe la motivación, madurez y capacidad afectiva, intelectual, comunitaria y apostólica del aspirante y lo prepare para su ingreso en el noviciado.
1. Objetivos

- Conocer al aspirante, especialmente en los aspectos que más afectan a su vida y vocación.
- Ofrecer al aspirante las herramientas que le permitan discernir y elegir su vocación.
- Lograr que el aspirante, por medio de lecturas y contactos con jesuitas y obras, adquiera un conocimiento realista de la Compañía de Jesús.
- Introducir al aspirante en nuestra espiritualidad y modo de proceder por medio de los EE.
- Completar las carencias que presente el aspirante y prepararlo para su ingreso al noviciado.

2. Funciones del acompañante

- Orar por sus dirigidos y por las vocaciones.
- Testimoniar lo que es ser jesuita: un maestro de vida u hombre espiritual que vive centrado en su misión, coherente con el modo nuestro de proceder y que transmite a Jesús con su vida.
- Ser guía espiritual, motivando al aspirante para que se disponga a oír a Dios y ofreciéndole herramientas para que pueda entender a dónde le conduce con sus invitaciones.
- Dar a conocer la Compañía de Jesús, orientando al aspirante en el conocimiento de la historia, opciones y proyectos de la Compañía de Jesús y lo inicia en la vida de oración, apostolado y estilo propio de la Compañía.
 
3. Actitudes del acompañante

- Cercanía y cordialidad: Crear un tono de amistad que ayude al aspirante a mostrarse con total libertad.
- Empatía: Contactar con la otra persona desde su interioridad y entender lo que quiere expresar, más allá de sus palabras. Desde una aceptación de su realidad, sintonizar con lo que es, siente y expresa. Esta libertad permite que el aspirante pueda expresar las dimensiones más profundas de su vida.
- Respeto por el camino y ritmo del proceso vocacional: sin querer influir en la decisión vocacional del joven.
- Esperanza: Confiar en que durante el proceso se irá aclarando la opción vocacional.
- Paciencia: Comenzar desde el punto donde se encuentra el aspirante y avanzar conforme a su ritmo.
- Humildad: Saberse instrumento de Dios en el acompañamiento conlleva pedir luz para saber orientar, no atribuirse los éxitos o fracasos, ni hacerse el protagonista. Vivir los encuentros como una auténtica experiencia de fe.
- Honestidad: Reconocer las propias limitaciones y saber delegar a tiempo o interrumpir el proceso cuando sea conveniente.
- Cuidado y reserva: con la interioridad del joven asesorado.
 
4. Procesos del acompañamiento
Parecen ser necesarias las siguientes experiencias:
 
  • Auto-conocimiento. Es importante que el aspirante conozca su historia personal y vaya ejercitando sus aptitudes, logre una positiva valoración de sí y un equilibrio emocional. La claridad sobre el grado de madurez afectivo-sexual del aspirante y su capacidad para enfrentar los desafíos que supone la vida religiosa es fundamental.
 
  • Reconciliación consigo, con los otros y con Dios para enfrentar y asumir las realidades dolorosas de su historia, sus propios límites y fragilidades. Sólo quien ha sentido la necesidad de pedir perdón y se ha sentido perdonado adquiere una actitud de misericordia hacia los demás y la conciencia de que Dios sigue trabajando en su fragilidad.
 
  • Formación espiritual. El aspirante debe crecer en su capacidad de introspección y discernimiento; identificarse con la persona de Cristo y su causa, enfrentando y asumiendo desde ella sus propias inconsistencias, es decir la contradicción entre lo que se desea y lo que se vive. Así ordena los afectos que están en la base del deseo de ser jesuita, los fundamenta en una experiencia de Dios, de forma que su decisión sea clara y recta y no sólo una huida de conflictos o una búsqueda de promoción personal.
 
  • Iniciación al apostolado. Los jóvenes participan en actividades apostólicas que les ayudan a descubrir la realidad social y eclesial, estando en sintonía con el modo de proceder propio de la Compañía. El apostolado se realiza en coordinación con el prenoviciado, para lograr criterios y métodos comunes.
 
  • Capacidad para vivir y trabajar en equipo y en comunidad. No ser un constante centro de atención; saber dialogar y colaborar; corregir y ser corregido. Ser amigo de los compañeros de ruta, y también de los formadores.
 
  • Conocimiento realista de la Compañía, a través de lecturas, contactos con jesuitas, visitas a las casas de formación y a las comunidades apostólicas y obras de la Provincia.
 
  • Sensibilidad social. Adquirir conciencia de las necesidades del país por medio de experiencias de inserción social.
 
  • Capacidad intelectual y nivelación cultural. Disponerlo suficientemente para los estudios prolongados y la formación compleja que los apostolados de la Compañía exigen.
5. Preguntas que debe hacerse el acompañante vocacional
 Las siguientes:
  • ¿Hay “subiecto”? ¿Es un joven con “madera” para ser jesuita? ¿Tiene la base humana para vivir con paz y fecundidad apostólica nuestro modo de vida?
  • ¿Por qué quiere ser jesuita? ¿Expresa una motivación válida y libre? ¿Sus razones son convincentes?
  • En su planteamiento ¿Hay experiencia de Dios? ¿En su vida espiritual aparece Jesús y su causa? ¿Busca ayudar a los demás? ¿Tiene sentido apostólico?
  • ¿Hay sinceridad y transparencia en su comunicación? ¿Se muestra tal y como es? ¿Se deja conocer o se sospecha que engaña y dice lo que el acompañante quiere oír?
  • ¿Es responsable en su proceso vocacional? ¿Es puntual y responsable con las entrevistas? ¿Se notan cambios en su vida desde que empezó el proceso vocacional?
  • ¿Qué hay que hacer para que esté listo el día de su ingreso al noviciado y entre con la mayor madurez posible? ¿Qué pasos hay que dar?
 
6. Gradualidad del acompañamiento vocacional
6.1 Niveles de la decisión vocacional
Distinguimos tres niveles de decisión vocacional en el joven acompañado:
  • El inquieto (“tal vez sí, tal vez no…”): es un joven que tiene aún muchas dudas respecto a su estado de vida; todavía no sabe claramente si lo suyo es el sacerdocio, la vida religiosa o el laicado.
 
  • El aspirante (“Sí, pero todavía no porque…”): es una vocación que tiene decidido entrar a probación, pero quiere madurar algunos aspectos de su personalidad o resolver algún asunto que podría perturbarle una vez ingresado al noviciado.
 
  • El candidato (“Sí, estoy listo”): es una vocación que se encuentra muy decidida y quiere corroborar por varios meses su decisión, antes de su próximo ingreso al noviciado.
6.2 Actividades adaptadas al estado de la decisión
Con los inquietos se debe hacerse lo siguiente:
  • Pedir el nombre, teléfono y dirección o correo electrónico de quien solicite información sobre la Compañía.
  • Entrevistarlo cara a cara: Brinda un conocimiento personal que no se logra en largas conversaciones por teléfono o Internet.
  • Tomar los datos generales en una hoja de vida o ficha vocacional.
  • Brindar información suficiente de la Compañía por medio de folletos.
  • Ofrecer elementos de oración y discernimiento.
  • Invitar a celebraciones como ingresos al noviciado, votos, ordenaciones, cumpleaños y jubileos y funerales de los nuestros y conmemoraciones, en los que puedan expresar y reforzar su interés vocacional.
  • Invitarlos a visitar algunas de nuestras comunidades y a participar en experiencias vocacionales puntuales.
  • Relacionarse con la familia para involucrarlos en el discernimiento.
  • Expresar y comunicar al equipo vocacional su primera impresión.
  • Fijar una próxima entrevista, si lo estima pertinente.
Con los aspirantes se debe hacer lo siguiente: 
  • Integrar al grupo de aspirantes para que mutuamente se fortifiquen en su búsqueda vocacional.
  • Tener encuentros con regularidad: Eucaristía, reuniones comunitarias, descansos con la comunidad local, puesta en común del discernimiento, lecturas espirituales, charlas sobre nuestro estilo de vida, la formación y la manera de vivir los votos en la Compañía.
  • Prepararlos para las rupturas que le exigirá la nueva etapa y estilo de vida del noviciado: familia, novia, deudas, contextos no apropiados al desarrollo de la vocación, tratamientos médicos u odontológicos, trabajo y demás.
7. Aspectos a tener en cuenta en el acompañamiento
Conviene tener presente lo siguiente:
  • Trabajar como acompañante su propia dimensión afectiva. Ser consciente de las mutuas transferencias que surgen en el proceso de acompañamiento.
  • Observar en el aspirante su capacidad para asimilar el modo nuestro de proceder.
  • Observar la madurez de un aspirante en las entrevistas y en otros espacios y ambientes de interacción como son el trabajo apostólico, la convivencia informal, la oración y el descanso.
  • Contar con la ayuda de un psicólogo que ilumine y brinde un diagnóstico profesional en los casos más difíciles.
  • Trabajar en equipo con otros compañeros jesuitas para lograr ser más objetivo en el discernimiento.
  • Presentar la vocación a la Compañía como un medio para responderle a Dios y no como un absoluto. Ayudarle a tener otras alternativas de vida.
  • Verificar el ambiente de la comunidad local antes de presentarle un joven vocacionalmente inquieto.
  • Dar por terminado el proceso de discernimiento a la Compañía cuando se tenga claridad de ello.

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